viernes, 3 de mayo de 2013

Florentinos, vampiros, y el señor Henri Beyle

Con esta entrada me dispongo a resucitar este maltrecho y abandonado blog desde sus cenizas, cual preciosa ave fénix.

El germen de esta entrada vino de una serie de vídeos sobre Florencia que visioné hace poco. El año que viene me voy de Erasmus a esa bella ciudad de la Toscana, y quería ver un poco qué es lo que me iba a encontrar (aunque la ciudad ya me la recorrí en su día en la piel de Ezio Auditore, jugando al Assassin's Creed II). En uno de esos vídeos hablaron de un síndrome que ya conocía de oídas, pero que no tenía ni idea de que tenía que ver tanto con Florencia. Pero empecemos por el principio.

El señor Henri Beyle fue un escritor francés que desarrolló su obra en el siglo XIX. Según la Wikipedia, es considerado uno de los primeros y más importantes literatos del Realismo. Pero tampoco quiero hacer una sesuda disertación sobre literatura francesa del siglo XIX. Más que nada porque no tengo ni la más remota idea del tema.

Henri Beyle para la posteridad

Este caballero gustaba de utilizar diferentes seudónimos para firmar sus obras, siendo uno de ellos Stendhal, el más conocido de todos. Así que tenemos un escritor francés que se hacía llamar Stendhal. Bien, pues se dice que en el año 1817 este señor viajó a Florencia, y en su diario relató que después de visitar la iglesia de Santa Croce experimentó unos síntomas muy desagradables. Ansiedad repentina, sensación de ahogo y pérdida de todas las referencias espaciales. Nadie pudo darle una explicación coherente a esos síntomas.



La iglesia de Santa Croce

Fue en los años 80 del siglo XX cuando la psiquiatra florentina Graziella Magherini acuñó el nombre de este curioso síndrome, poniéndole como no podía ser de otra forma el nombre del primero que lo padeció (y lo documentó): Síndrome de Stendhal. Esto sigue pasando ahora, y hay turistas que sufren esta ansiedad al verse rodeados de tanto arte de calidad como hay en Florencia. Es por esto que otro de los nombres de este trastorno es Síndrome de Florencia. También se le conoce como la enfermedad de los museos, por razones obvias.

Entre los psicólogos hay controversia con este síndrome, pues no son pocos los que no están convencidos de que esto exista realmente. De hecho, en el Manual Diagnóstico de Trastornos Mentales no aparece esta patología. De todas maneras es algo curioso cuanto menos, y lo tendré en cuenta cuando visite los museos y monumentos de la preciosa Florencia. No tanto como para que me pase a mí, pues creo que no doy el perfil, si no para detectar a alguna persona que diga padecerla. Tiene que ser gracioso.

Y bueno, hasta ahora han salido florentinos y el señor Henri Beyle. Pero, ¿dónde están los vampiros? Bien, pues para hablar de estos vampiros os tendré que introducir un poco a lo que es un juego de rol.

Un juego de rol de los clásicos, de los de lápiz y papel, es un juego donde los jugadores interpretan un papel (un rol), se meten en la piel de un personaje, y actúan como él lo haría de existir en realidad. Es muy similar a lo que ocurre en una obra de teatro, sólo que la trama no está fijada. En una obra de teatro, cada uno de los actores representa un papel (un rol), pero sus actuaciones están fijadas de antemano por el guión. En un juego de rol, el director de juego es el que pone el guión principal y la ambientación, pero son los jugadores los que eligen como actuar en función a la personalidad del personaje al que interpretan. Para dictaminar lo que un personaje puede y no puede hacer, están sus características, que son una serie de números y rasgos que indican las virtudes y debilidades del personaje, y se usan tiradas de dados para darle el toque de azar que hay en la vida real.

Una de las ambientaciones de juegos de rol más conocidas es Mundo de Tinieblas. Es, básicamente (muy básicamente), como el mundo actual, pero más oscuro, más crudo, más peligroso. Donde en la realidad sólo tenemos oscuridad vacía que puede dar miedo o no, en Mundo de Tinieblas es muy probable que en esa oscuridad que te aterra haya algo que pueda hacerte daño. Mundo de Tinieblas es una ambientación en la que se pueden encontrar diferentes seres sobrenaturales, cada uno de ellos con sus reglas y su trasfondo. De los más conocidos son los Vampiros, los Vástagos de Caín. Y son de esos vampiros de los que os quiero hablar.

En Vampiro: La Mascarada, los vampiros están divididos en clanes, cada uno de ellos con diferentes características, poderes sobrenaturales y defectos. Uno de estos clanes son los Toreador (el nombre no tiene nada que ver con la tradición patria de torturar animales que tenemos aquí en España). Los Toreador son vampiros elegantes, son vampiros preocupados por la estética en extremo, son vampiros pasionales.

 Una Toreador

Tanto es así que el defecto de los Toreadores es precisamente una suerte de síndrome de Stendhal. Cuando un Toreador ve, siente o incluso huele algo verdaderamente hermoso (ya sea una persona, un cuadro, una canción o un bonito amanecer (este bonito amanecer sería en una película, porque el Sol los fríe, como debe ser)) debe pasar una tirada de Autocontrol para no caer embelesado por la sensación. Un Toreador tiene que ser capaz de controlarse a sí mismo ante las obras de arte o quedará eclipsado e incluso anulado por su belleza. Tal y como le pasó al señor Henri Beyle en el siglo XIX.

2 comentarios:

  1. De esto mismo hablamos en el restaurante Japones ¿no?

    ResponderEliminar
  2. Creo que tu y yo podríamos dedicarnos algún día a escribir algo sobre vampiros: http://rafagast-lacaverna.blogspot.com.es/2010/10/del-mito-al-logos-iii-hegel-y-la.html

    ResponderEliminar